Hoy quería compartirles un pequeño texto que se me ocurrió mientras reflexionaba sobre cómo compramos salsas picantes industriales en lugar de hacerlas en casa, cuando las caseras saben mucho mejor. Al final, comparto dos recetas cortas: una mermelada/confitura, para cerrar con broche de oro las recetas donde el ají es protagonista, y un pollo en salsa de maní, para aprovechar una de las recetas de la semana pasada.
¡Espero que les guste!


Honestamente, se me triza el corazón cuando te veo con ella. No, todavía no nos supero a nosotros, y me rindo ante la peor humillación al confesarlo abiertamente. Ya no me importa nada. Ni admitir que yo sé que conmigo todo era mejor.
No sé si es más el dolor o la rabia, de verte con esa copia barata. Esa pretenciosa, esa extranjera, esa falsa, esa, que se maquilla con colorante para parecerse a mí. Esa que se llena de conservantes para tenerte feliz.
Descarado. Sinvergüenza. ¿Qué pasa? ¿Soy mucho para ti? ¿No soportaste el ardor de tocar algo realmente picante? ¿Era mucho trabajo para vos, poco hombre, abrirme por la mitad? ¿Sentir toda la intensidad que tengo para dar? ¿Recoger mis semillas y recorrer mis venas?
Yo sé, mi amor, que yo tomo un poco más de trabajo que las demás. Que a veces ardo tanto, que te salen un par de lágrimas. Pero también sé que sin mí, las cosas debieron haber sido tan insulsas. Tan insignificantes. Qué duro saborear lo plano después de conocer el placer.
Pero eso sí. Qué indignación tan desgarradora intentar aceptar que me dejaste. Porque, bueno, no todos los hombres soportan el picante. Y verte después, con una que pretende darte exactamente lo mismo.
Solo que ella es más conveniente. Ella no se resiente cuando la ignoras, y la guardas en la parte oscura de la despensa. No se lastima con el frío de tu olvido en la nevera. No necesita de tantas caricias, de tanto cariño, a la hora de sostenerla.
Pero ahora estás sentenciado, a que cada vez que sientas una gota de ella—de una de esas salsas de ají industriales—, enfrentes la silenciosa y solitaria revelación, de que no es lo mismo. Puedes intentar engañarte, pero yo sé que estás condenado a pasar el resto de la vida, bocado tras bocado, buscando mi calor—el del ají real—en otra mujer.
En esta receta, entre confitura y mermelada, el picante le da un giro especial a lo dulce. Aprovechamos la cáscara de naranja para añadir textura y potenciar el sabor de la fruta. Yo la disfruté sobre una tostada con queso de cabra: una picadita perfecta.
Mermelada de ají y naranja
Ingredientes
7 ajíes criollos
2 naranjas
Pizca de sal
Pizca de canela
200 ml de agua
220 g de azúcar blanca
Preparación
Corta los ajíes por la mitad y retira las venas y semillas. Luego, pícalos en tiras.
Realiza dos cortes en la base de cada naranja y retira la cáscara, procurando eliminar todo el albedo (parte blanca), sin cortar la pulpa.
Siguiendo las líneas de los gajos, corta la carne de la naranja en gajos.
Exprime cualquier resto de la fruta sobre una olla pequeña para aprovechar todo el jugo.
Con cuidado, retira el albedo de las cáscaras, dejando solo la parte naranja, y córtala en tiras finas.
En la olla con el jugo, combina los gajos, el ají, la cáscara, la sal, la canela, el agua y el azúcar.
Cocina a fuego muy bajo durante una hora, revolviendo constantemente.
Cuando la mezcla haya espesado, retira del fuego, deja enfriar y guarda en un envase hermético.
Tips del chef
Si prefieres una mermelada más líquida, ajusta la consistencia añadiendo un poco más de agua.
Este pollo es la excusa perfecta para preparar el ají de maní de la semana pasada. Para quienes hicieron su tarea y ya tienen el ají listo, la receta no les tomará más de 10 minutos de preparación. Al hornearse, los muslos quedan jugosos, con una corteza de maní espectacular.
Pollo al ají de maní
Ingredientes
1 taza de ají de maní (receta en mi boletín del 3 de marzo)
8 muslos de pollo sin piel
100 ml de cerveza
1 cucharada de sal
1 ‘chorrito’ de aceite
Preparación
Limpia los muslos de pollo si es necesario y pásalos a un tazón.
Añade el ají de maní, la cerveza y la sal. Mezcla bien hasta que la consistencia del ají se diluya y los muslos estén completamente cubiertos.
Unta el fondo de un recipiente para horno con un poco de aceite y coloca los muslos con la marinada restante por encima.
Hornea a 200 °C durante 35-40 minutos.
Sirve y disfruta. Acompaña con arroz y una ensalada de aguacate, por ejemplo.
Tips del chef
Si tienes tiempo, deja los muslos marinando en la salsa toda la noche. Solo asegúrate de cubrirlos bien y guardarlos en la refrigeradora.
Si no tienes cerveza, puedes usar caldo o agua.
Nos leemos pronto,
Me encantó el cuento picante, amén de las recetas que van muy de la mano con este cuento. Lo picante es un desafío al paladar y esta mermelada con queso de cabra es un verdadero manjar. Gracias estoy muy contenta de seguir a pásame la sal.
Salud por las personas ají real, que son quienes traen verdadero picante a nuestras vidas!